Repartiendo parejo “Cuando la Política prescinde del Derecho, a la larga, el Derecho tendrá su revancha”

alejandra vivanco

Repartiendo parejo “Cuando la Política prescinde del Derecho, a la larga, el Derecho tendrá su revancha”

alejandra vivanco

Han corrido ríos de tinta, física y virtual, acerca del sumario administrativo, y sus consecuencias, instruido, sustanciado y resuelto en contra de la señora Vicepresidenta Verónica Abad.

Las opiniones acerca de su validez, de los actos posteriores, en especial, la designación de la encargada de la Vicepresidencia, en su casi unanimidad, coinciden en que se trataría de un atentado al Estado de Derecho, y también se oyen voces, unas más altisonantes que otras, que hablan del rompimiento del régimen democrático.

Uno de los deportes favoritos de nosotros, los ecuatorianos, es la exageración. Pero, a pesar de todo esto, poco se ha hablado de los argumentos, así como la prueba, que presentó la Vicepresidenta Abad, durante el procedimiento administrativo disciplinario, el cual concluyó con una sanción (suspensión) que no corresponde al tipo sancionador previsto en la Ley Orgánica de Servicio Público (LOSEP).

Tampoco se habla mucho, y dónde radicaría el núcleo de lo legal o ilegal; legítimo o ilegítimo de la resolución final: la supletoriedad – algún colega alguna vez habló hasta de la subsidiaridad – de la Ley Orgánica del Servicio Exterior.

Leyendo la resolución, nos damos cuenta que la defensa técnica pretendió pelear una acto político con alegaciones políticas. El error de bulto. Para efecto de una sana discusión, asumamos que el sumario era procedente – procedimiento que indiscutiblemente “no es procedente”. Y eres la defensa técnica de la señora Vicepresidenta. Al final del día, todo se reducía a su arribo tardío a la capital de Turquía a la cual debía llagar desde la ciudad de Tel Aviv.

Pues entonces, tú, abogado de la defensa técnica – te llega el momento de anunciar, y practicar, la prueba. ¿No se te ocurrió solicitar una verificación acerca del cierre del espacio aéreo? O, en su defecto, ¿la imposibilidad de transitar por el espacio aéreo de Líbano o Siria? Y, lo más importante, ¿no pediste la certificación de la autoridad aeronáutica local acerca del volumen de cancelaciones de los vuelos desde y hacia Israel? Es decir, se prefirió pelear política contra política. Discursos llenos de fervor y apasionamiento hacia la causa del patrocinado, pero que, por esa misma calentura, se te olvidó lo fundamental: lo que alego debo probar y, si fallo en la prueba, no podré ganar.

Obviamente, se podrá decir que te enfrentabas a todo el aparataje del Ejecutivo, que jugabas en cancha inclinada, que, además del equipo legal de la Presidencia y de Cancillería, días antes la mismísima Ministra del Trabajo ya había emitido criterio (prevaricando incluso), al punto que si esto se ventilaba en sede judicial, no había poder humano sobre la tierra, es más, podía descender Jesucristo en ese momento que no la salvaba del prevaricato. Sí, pero al final del día, si pruebas, si actúas con el Derecho y la Ley por delante, tarde o temprano, aquello tiene recompensa.

Es por esto, y otros asuntos inmencionables, que resulta muy difícil en este país debatir, desde la solemnidad que impone el ordenamiento jurídico. Tenemos una propensión, muy lamentable por cierto, al histrionismo, al empleo del lenguaje ampuloso, al gesto y a la prosa exagerada. Couture lo decía: hay que confiar en el Derecho. Entre lo veleidoso del poder, lo cínico del quehacer político, tan solo el Derecho se erige como un actor incólume e imperturbable. El mismo maestro uruguayo señalaba que el Derecho confía que lo invoques. En conclusión, invoca más al Derecho y menos al melodrama.

Indudablemente, es inconstitucional la “famosa suspensión” de la Vicepresidenta de la República, sin embargo cuán importante es para el ejercicio de la profesión “actuar prueba”, como en todo,  que a lo largo del tiempo pueda resultar en el verdadero andamiaje en el que se podría sostener nuestra debil democracia.

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