La ejecución presupuestaria, ¿mito, realidad, leyenda o…cuento?

alejandra vivanco

La ejecución presupuestaria, ¿mito, realidad, leyenda o…cuento?

alejandra vivanco

Con cierta frecuencia leemos, vemos o escuchamos que tal o cual entidad pública, al momento que les examina, su ejecución presupuestaria, nos encontramos, o nos hacen saber, que alcanzan porcentajes un tanto irrisorios, frente al volumen de lo presupuestado originalmente, ya sea desde que se elabora la proforma presupuestaria del Gobierno Central, GAD’s o Empresas Públicas.

Pero ¿qué tan ciertas son esas cuentas fiscales? Les podrá parecer raro, extraño, inclusive, inaudito, pero no siempre, o desde hace algunos años, casi nunca, lo que consta en el papel refleja, en forma fidedigna y real, lo que hay efectivamente en la caja.

Por tanto, para medir la real ejecución presupuestaria, debemos fijarnos, en primer lugar, en los recursos para atender compromisos anteriores, entre ellos, los de ejecución plurianual. Luego, aquellos que vienen de atrasos o pagos pendientes – ahora comprenderán por qué el IESS y el MSP – deben tanto a los prestadores externos de salud.

Posteriormente, las compras públicas que se han previsto realizar y que deben constar en el PAC de cada institución. Y, es aquí, donde acaban los mitos y las realidades para empezar a transformarse en leyendas y cuentos. No hay esa plata. Como no existe, no es posible emitir las certificaciones presupuestarias previstas en el COPLAFIP, y como no se puede, no hay forma de contratar. ¿Resultado? La ejecución presupuestaria es baja en el papel, porque sólo en el papel existe el dinero. En la realidad, no.

Existe una regla, a nivel macro fiscal, que señala que los gastos de inversión no pueden destinarse a financiar los gastos corrientes. Es decir que, si me faltó para pagar la nómina de trabajadores y servidores, en teoría, no puedo tomar los recursos destinados a la inversión para subir ese bache. Pero, en la realidad, se lo termina haciendo. Y, ¿cómo lo notamos? Por la ausencia de obra pública.

Así que, cuando escuchemos que hay una subejecución presupuestaria, no hay tal. Se gasta lo que realmente hay, que no es lo que está en el papel. El sincerar las cuentas públicas va bastante más allá de incrementar las reservas internacionales, honrar la deuda pública, tanto interna como externa, o evitar tragedias en la balanza de pagos. Sincerar las cuentas públicas debería ser un ejercicio de responsabilidad y no solo de una austeridad mal disfrazada.

×